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Rut Mandiola
Rut Mandiola
Para quiénes se adentren por primera vez con la literatura coreana o esta es su primer acercamiento a cualquier producto cultural relacionado a Corea del sur fuera de los dramas o el kpop, sin conocen en absoluto su cultura, jerarquía social o relaciones interpersonales, muy probablemente les puede parecer un poco chocante y hasta axfisiante la lectura de esta novela, que en lo personal he encontrado sumamente realista y capaz de hacerte sentir incómodo como occidental respecto al personaje principal y narrador de esta.
Kim Hye Jin posee una pluma sumamente realista y una perspectiva respecto a las ideas tradicionalistas de su país sumamente crítica, siendo una autora joven y bastante comprometida con sus ideales, llevándonos a sacarnos las vendas respecto a ideas preconcebidas debido a los productos culturales tan populares entre generaciones más jóvenes en occidente, mostrándonos una realidad que quizás es poco amable y un tanto difícil de entender, la de mantener una cultura ultraconservadora en un país altamente tecnologizado, y cuál es el peso de ser diferente en un lugar donde se premia el no resaltar.
En esta novela se nos presenta a una madre coreana en sus 60 años, viuda y madre de una chica en sus iniciales 30, la cuál es profesional, emancipada, con una vida fuera del seno familiar, que a simple vista nos podría parecer el ideal, pero que en todo este relato su progenitora nos hace ver lo inutil que es esta, de que solo le provoca vergüenza, que no es capaz de hacer algo con su vida, que es egoísta y terca, dentro de muchas cosas, también en sus primeras páginas pese a presentarla nos oculta bastante de ella, como si no desease que entremos a conocer más allá de lo que vemos por fuera de esta,sin siquiera mencionar su verdadero nombre, simplemente quiere que nos llevemos esa impresión que nos deja la madre y nadie más.
Adentrarse en las páginas de este libro puede ser un choque realmente duro para los lectores, principalmente porque la autora representa el diario vivir, sin endulzarlos acontecimientos, va directo a ellos sin tapujo y nos deja ver con claridad los pensamientos, ideas y constructos sociales en la mente de la madre y con quienes interactúa, por lo que mediante sus ojos conocemos a una sociedad sumamente conservadora como la del Corea del sur, su día a día, y como el individualismo y el qué dirán es lo que rige la vida de sus ciudadanos.
Bajo mi perspectiva, esta novela posee dos grandes tramas de las cuáles se desligan varias temáticas, todas ellas gravitando entre las principales y desde la madre. Por un lado tenemos la más evidente, la relación madre-hija totalmente fracturada, no solo por la diferencia generacional, que es bastante clara, sino también por el hecho de que su madre no es capaz de aceptar lo que su hija realmente es y como ha comenzado a vivir su vida adulta, siendo una profesora universitaria a trato, lesbiana y con una pareja estable hace 7 años, pareja que esta madre invisibiliza y culpa de todas las desgracias en la vida de esta.
Esta relación es constantemente tensa, con poco intercambio de palabras pesé a mantener comunicación, causando un mayor choque cuando nos enteramos de los problemas económicos de la hija que llevan a ambas a tener que volver a convivir en el mismo espacio a ambas, incluyendo a Green, la pareja de su hija, quién pese a los constantes insultos en la convivencia que comienzan a tener siempre muestra respeto e intenta tener una buena relación con nuestra protagonista, pese a las dificultades que poco a poco vemos vislumbrar en la vida de ambas chicas.
Por otro lado nos encontramos de cara a la realidad de la tercera edad, ya que la madre es una cuidadora geriatrica en una residencia de ancianos, en dónde, gracias a sus pensamientos y vivencias, podemos ver como son tratadas las personas mayores en estos lugares, que si no traen recursos a la institución son prácticamente desechables, siendo Jen, la anciana con demencia senil a la cuál cuida nuestra protagonista, el mayor ejemplo de este, ya que se nos presenta como una mujer que en su juventud se dedicó al área académica y humanitaria, envejeciendo sin familia, por lo que su cuidadora poco a poco ve a su hija reflejada en esta, generando un vinculo bastante fuerte que en un comienzo es un poco inentendible.
A medida que pasamos las páginas vamos poco a poco conociendo las ideas de esta mujer, quién prefiere mantener el status quo que revelarse respecto a los comportamientos, ideas e injusticias que puede ver a su alrededor, mostrando un espíritu conformista que choca con el de su hija, una joven idealista que está dispuesta a sacrificar incluso su estabilidad laboral por sus convicciones, manteniendo constantemente esta dualidad en la narrativa, en la cuál podemos ver en situaciones cotidianas como la homofobia y la misoginia se encuentra muy arraigada en el actuar colectivo.
Así mismo toda esta situación comienza a llevar a cierto límite a la madre, especialmente luego de dos eventos que logran hacerle entender un poco mejor el mundo de su hija e ideales.
Vuelvo a insistir que no es una lectura fácil de abordar, pero creo firmemente en que es sumamente necesaria. Mientras leía este libro, y de entre muchas frases que llamaron mi atención, este párrafo en particular llamó mi atención y resumió perfectamente para mí lo que quizás muchos padres que han crecido en lugares conservadores pueden llegar a pensar al encontrarse que sus hijos no son lo que ellos esperaban:
“Al pensar en mi hija, pasó horas atrapada en este tipo de divagaciones. Me pregunto si estoy pagando alguna culpa, si le habré heredado algún mal.— Sobre mi hija, p19”.
Este tipo de pensamiento pueden invadir a muchos padres en este momento, y la lectura de esta novela puede ser el primer paso a comprender a sus hijos y ver reflejados sus propios miedos, y al igual que la protagonista, quizás no puedas entender a tu hijo o hija, pero sí comenzar a abrir un espacio al diálogo desde el amor y el respeto que todos los humanos merecemos.
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